sábado, 23 de junio de 2007

Entonación textual escrita o la posibilidad estética enunciativa del discurso

Alvaro A. Muñoz

INTRODUCCIÓN

El horizonte de este trabajo es situar un abordaje sobre un problema radicado en la entrega y captura de la musicalidad de las palabras puestas en forma en un enunciado, donde un autor construye una estética verbal que configurada con el orden sintáctico-gramatical, moviliza un estilo y tipo textual que se percibe con un ritmo -por así decirlo-, al momento de leer una frase, oración, párrafo o supraestructura narrativa literaria. Conciente o inconcientemente, el emisor de un mensaje escrito le otorga a su redacción una tipología textual según la perspectiva, contexto, sentido o finalidad de su comunicación. Esta adquiere, estéticamente, una melodía, tono o entonación textual escrita, que se elabora bajo el presupuesto del escritor. En este sentido, se pueden generar formatos de textos que son claramente identificables en su ritmo y estilística textual, como una instrucción para armar un computador o, bien, otros derechamente literarios donde la entrega textual queda más bien "abierta" a la comprensión psicológica del lector.

LA FUSIÓN FONÉTICO Y LINGÜÍSTICO TEXTUAL PARA LA PROPUESTA DE CONSTRUCCIÓN CONCEPTUAL DEL TÉRMINO ENTONACIÓN TEXTUAL

El uso de términos conceptuales de ritmo, melodía, tono o entonación, están insertos dentro de la fonología y fonética, disciplina de la ciencia del lenguaje que se encarga de la sistematización del sonido fonema para construir una palabra. Por esto, bajo un reconociendo de sus usos, se planteará la vinculación que existe entre la pronunciación y su vertiente psicológica en un lector dado, para instalar la justificación de una entonación textual escrita desplegada por un autor y capturada por el lector.

La denominada musicalidad de la palabra, con sus tipos específicos, constituyen aspectos genuinos de cada lengua. La tradición gramatical concede espacios a la pronunciación de los sonidos y advierte que en las formas de entonación actúan con el carácter y papel de verdaderos elementos gramaticales. Existen las llamadas entonaciones lógicas, emocional, volitiva e idiomática y, en el caso particular de la lógica, los giros tónicos de la palabra figuran más propiamente como parte del conjunto de signos formales del lenguaje. Este género de entonación es, en efecto, el que tiene que ser considerado como base del estudio de las líneas musicales de la voz en relación con la palabra hablada. Y, como materia unida al discurso, la entonación lógica necesita ser analizada en correspondencia con la actividad expresiva de los elementos de la oración. Agrupar las manifestaciones de la entonación lógica por motivos de mero carácter fonético, sin atender a las relaciones sintácticas con que dichas formas se enlazan, equivaldría a desligar la entonación del sistema expresivo de que forma parte, anulando en consecuencia el interés lingüístico, (Navarro Tomas, 1966).

Trasladando hacia los textos, textura o textualidad la entonación de la palabra, se abre la ventana de la evocación musical, donde residen las alusiones que están más allá del sentido humano, donde las palabras pueden revestirse de un nuevo significado, haciéndose el lenguaje sibilino.

LA SUPERFICIE TEXTUAL COMO PLATAFORMA SEMIÓTICA Y ESTÉTICA

Proponer el concepto de entonación textual escrita implica definir los términos y sus despliegues esperados. Al respecto, se ubica este recurso (entonación textual) en la superficie textual donde la estética y melodía de la palabra pueden provocar ritmos de lectura psicológicas ligadas a las tipologías textuales o tono de los escritos. Este concepto desplazado desde la residencia de la fonética hacia la lingüística textual implica, claramente, efectuar un abordaje de interdisciplina para los estudios del lenguaje vinculado a la comunicación impulsada por lingüistas como Teun A. Van Dijk[1].

Por texto escrito, se postula una amalgama conceptual que se expone a ser cuestionada debido a los marcos de arbitrio y consenso en el uso.

En términos abstractos, es configuración lingüística organizada, cuyo discurso es la emisión concreta del texto por un enunciador determinado, en una situación de comunicación determinada. Textualidad y enunciación son correferenciales. El sujeto productor de discurso inscribe en su texto las marcas de su situación, como también las marcas de su destinatario real o imaginario (Alvarez, 2001).

El texto, por otro lado, abierto a la semiótica, citando a Charaudeau[2], se constituye como una expresión material de la puesta en escena de un acto de comunicación, en una situación dada, sea verbal, semiolingüística, gráfica, icónica. Se distancia de la definición de Adam admitida como unánime, sobre la cual el texto es un objeto abstracto, opuesta al discurso como un objeto concreto producido en una situación determinada.

En síntesis, considerando que el texto es una entidad abstracta y, a su vez, con una capacidad semiolingüística por cuanto es superficie que puesta en movimiento discursivo (lectura psicológica, habla) otorga un tono, ritmo o entonación textual escrita, se ¿puede inscribir como una dinámica dialéctica textual-discursiva más bien vinculada que en ocasiones se distancian limpiamente y en otros, como en este problema de entonación textual escrita queda sujeto a una flexibilidad conceptual?

Por lo pronto, se asumirá que posee las dos atributos: abstracto y semiolingüístico.

Por entonación, según la tradición fonética, son las inflexiones melódicas de la palabra que sirven juntamente a la declaración del pensamiento, a la expresión de los movimientos del ánimo y a la manifestación de hábitos y decir de carácter local. No obstante, la tradición gramatical ha concedido espacios a la pronunciación de los sonidos, advierte que en las formas de entonación actúan con el carácter y papel de verdaderos elementos gramaticales. Por esto, se propone advertir las posibilidades reales que contiene el concepto de la entonación textual escrita, sobre lo cual se plantea para este informe como una posibilidad de dinámica de estética verbal y de estilo gramatical donde reside, primero, una voz del autor que gatilla un ritmo psicológico del lector y, segundo, tipologías textuales que encauzan ritmos o tonos inherentes a las intencionalidades y contextos de los escritos.

A este planteamiento se debe efectuar una añadidura teórica que refiere a la manera de entender esta empresa que implica instalar el concepto de entonación textual escrita, la cual está dada por ubicarse este informe dentro de la ruptura con respecto de la lingüística de raigambre saussuriana o chomskiana.

Consiste en sobrepasar las formas lingüísticas para examinar el uso de la enunciación en una situación de comunicación dada o específica. Pasar del estudio de las relaciones formales que aparecen entre los elementos lingüísticos, al estudio de la lengua en uso. En esta situación, entendiendo que texto refiere a discurso, es pasar del discurso como producto hacia discurso como producción, entrando en el terreno de la enunciación donde se abren las posibilidades de ligar la entonación textual escrita o, más bien, de situarla de lleno para su desenvolvimiento. Así, la enunciación no es sólo producción de discurso, donde hay dos sujetos lingüísticos textuales que producen e interpretan. Es esta interpretación la que subyace en una evidente entonación textual dirigida en una -podríamos decir- doble articulación: por un lado la inherente al escrito y, por otra, la interpretada por el lector.

Digamos que es un "problema" lingüístico a resolver y que está claramente abierto a la interpretación. De hecho, gran cantidad de fenómenos puramente formales y, en este caso de estética verbal y tipologías textuales (que son múltiples y a su vez dinámicas según los contextos y comunicaciones pragmáticas dadas en una interacción cotidiana y real.

Obedecer a un criterio de clasificación es casi imposible por su heterogeneidad), no pueden ser descritos ni explicados en el marco de una oración. Existen fenómenos tan vastos como la entonación, referencia, concordancia temporal (Alvarez, 2001).

Asentando el problema por justificar una entonación textual escrita, claramente está instalado como una cuestión de la lingüística textual y discursiva, en lo particular, en cuanto análisis del enunciado de rasgos estético literario, de narración, estilo y tipología textual. En otras palabras, mixturizar, acoplar y expandir el territorio lingüístico textual con las condiciones y rasgos literarios presentes claramente en los textos intencionados y más plásticos y, por otro lado, en cuanto reconocer la diversidad de tipos textuales (Bajtin, 1999).

EL AMBIENTE LITERARIO

En los ambientes más bien estéticos literarios, esta cuestión del ritmo o tono es un concepto reconocido y usado. Citando directamente a Barthes de su ensayo Introducción al Análisis Estructural de los Relatos, referido a la Mimesis y Sentido: "La complejidad de un relato puede compararse con la de un organigrama, capaz de integrar los movimientos de retroceso y los saltos hacia delante; o más exactamente, es la integración, en sus formas variadas, la que permite orientar la comprensión de elementos discontinuos, continuos y heterogéneos (tales como los da el sintagma que no conoce más que una sola dimensión: la sucesión) (...); Sin embargo, la integración narrativa no se presenta de un modo serenamente regular, como una bella arquitectura que condujera por pasajes simétricos de una infinidad de elementos simples a algunas masas complejas (...); el relato se presenta como una sucesión de elementos mediatos e inmediatos, fuertemente imbricados (...); la integración le superpone una lectura 'vertical', hay una suerte de 'cojear estructural', como un juego incesante de potenciales cuyas caídas variadas dan al relato su 'tono' o su energía: cada unidad es percibida en su aflorar y en su profundidad y es así como el relato 'avanza' (...); la creatividad del relato se situaría así entre dos códigos, el de la lingüística y el de la translingüística. Es por esto que se puede decir paradójicamente que el arte es asunto de enunciados de detalle, en tanto que la imaginación es dominio del código".

Siguiendo a Barthes, habla de lo que denomina el tejido de las voces donde existen cinco códigos que pueden apoderarse del texto. Indica que lateralmente a cada enunciado, se oyen voces en off: estos son los códigos que al trenzarse su origen se pierde en la masa perspectiva de lo ya-escrito desoriginan la enunciación. En este sentido, la concurrencia de las voces (códigos), deviene escritura, espacio estereográfico donde se cruzan los cinco códigos, las cinco voces, cuales son:

· Voz de la empiria.

· Voz de la persona.

· Voz e la ciencia.

· Voz de la verdad.

· Voz del símbolo.

Incluso, profundizando en el autor, entiende mediante analogía, que un texto es una partitura tonal. El espacio del texto legible es en todo comparable a una partitura musical clásica. La división del sintagma (en su movimiento progresivo), corresponde a la división de la onda sonora en compases. Lo que brilla son los semas; lo que canta es la continuación de los enigmas, su revelación suspendida; el desarrollo de un enigma es análogo al de una fuga; uno y otra poseen un tema, sometido a una exposición; un divertimento, un stretto y una conclusión. Atribuye Barthes a dos series de tabla polifónica la misma determinación tonal que poseen la melodía y la armonía en la música clásica: el texto legible es un texto tonal (existe un ojo legible como existe un oído tonal) y en él la unidad tonal depende de los códigos secuenciales instalados en la denominada marcha de la verdad.

Existe una progresión secuencial narrativa homologable a una progresión musical. Los cinco códigos citados, a menudo escuchados de forma simultánea, aseguran al texto una cierta cualidad plural, por tanto, el texto es polifónico.

En esta propuesta de la entonación textual escrita nos situamos de lleno en el entendimiento del texto como un proceso semiótico, donde en su discurrir sintáctico va produciendo un sentido, el sentido del texto no es nada que lo refiera a una realidad exterior al lenguaje; consiste en las articulaciones internas del texto y en la subordinación jerárquica de las partes al todo; el sentido es el ligamen interno del texto. Es en el discurso y no en sus componentes frásticos o lexemáticos donde se describe el proceso. Este problema que se instala para este informe como de entonación textual escrito es una realidad y tiene una identificación clara en cuanto sucede en el proceso de la captura lectora de los textos, constituyendo una nueva extensión discursiva.

De este modo, este texto (discurso) entendido como aparato translingüístico supone un tipo de producción significante que ocupa un lugar preciso en la historia y dimana de una ciencia específica que es necesario definir.

Esta es una nueva perspectiva sobre el texto del cual se ocupa la pertinencia de la semiótica. Esto supone un cambio epistemológico o una suerte de cambio de paradigma contemporánea (Lozano, Peña-Martín-Abril, 1999).

Se percibe una subjetividad, en este sentido, al momento de la captura textual. Así, el problema de la entonación textual transita por la línea teórica de la modalidad que, justamente, manifiesta subjetividad. Se apega, de este forma, en que una vez hecho equivaler el modo a la manifestación superficial de la posición psicológica del hablante frente al juicio, la formalización de esa posición dentro de una teoría del lenguaje. Desde la lógica, esto se denomina como una actitud proposicional, donde un enunciado no sólo representa un estado de cosas, sino que además expresa los sentimientos y pensamientos del locutor y también suscita o evoca en el oyente sentimientos.

La entonación expresiva es un rasgo constitutivo el enunciado y, desde luego, se percibe y existe como factor estilístico en la lectura silenciosa del discurso escrito (Bajtin, 1999).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

- ALVAREZ, GERARDO, (2001), Textos y Discursos, Concepción, Edit. Universidad de Concepción.

- BARTHES, ROLAND, (1980), S/Z, París, Siglo Veintiuno. (Traducción al español).

- BARTHES, ROLAND, (1974), Análisis estructural del relato, Buenos Aires, Tiempo Contemporáneo.

- BAJTIN, M.M. (1999), Estética de la creación verbal, Madrid, Siglo Veintiuno.

- LOZANO, JORGE, PEÑA-MARTÍN, CRISTINA, Y ABRIL, GONZALO, (1999), Análisis del Discurso, Hacia una semiótica de la interacción textual, Madrid, Catedra.

- NAVARRO TOMAS, T, (1966), Manual de Entonación Textual, Distrito Federal, Colección Málaga.


[1] En este sentido, ya no es configurar diseños de estudios en laboratorios la única ruta para emprender exploraciones del lenguaje, sino que en los últimos 30 años hubo un giro a desarrollar análisis registrando fenómenos dados en la realidad. De este modo, la lingüística textual y psicolingüística se vincularon también con los fenómenos de la situación de comunicación y pragmática determinada.

[2] Apunte del seminario por Dr, Patrick Charaudeau, Universidad París XIII Francia, "Análisis del discurso entre comunicación, representación y semiologización", en la Universidad de Concepción, diciembre de 2003.

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