martes, 22 de junio de 2010

La edición como herramienta de acción e interacción

El Levante/ Taller "La edición como dispositivo de acción e interacción"


¿Cómo evitar que determinadas prácticas puestas en marcha durante los últimos años se cristalicen en el tiempo y en el espacio perdiendo su capacidad como herramienta crítica, como medio de contacto y acción en el medio y siendo además finalmente, incorporadas por los circuitos establecidos ahora ya sin el potencial cuestionador de sus orígenes?
¿Cómo replanteamos nuestras propuestas de manera que nuestra actividad recupere su capacidad para dar vida y dinamizar ideas, una intervención que posibilite una activación del presente con algún tipo de convergencia que nos agrada pensar como conocimiento, fuera ya de lo establecido y de su lógica mercantil?

Reconducir toda escena hacia fines diferentes de aquellos a los que pareciera que todo debería ir implica no sólo una revisión en el plano de los contenidos sino que la intervención en cuestión debería atender las maneras o formas de esa producción y transmisión, probablemente vinculada a un proceso de transformación más amplio, y más atenta a sus efectos y su capacidad de transformación que a su originalidad.

Estas y otras reflexiones y preguntas estuvieron en el origen de nuestra decisión de invitar a Miren Eraso a realizar una residencia en Rosario. Invitamos a Miren por su trabajo como editora y por su participación en el taller de investigación “Pensar la edición” desarrollado hace unos años en la UNIA, y le propusimos participar de este Taller: “La edición como herramienta de acción e interacción”. Miren rescataba que nos habíamos podido “demorar” en nuestro propio hacer para reformular el proyecto. Su residencia en Rosario y el formato del Taller fueron consecuencia de una reflexión crítica sobre nuestra propia práctica en el intento de un nuevo proceso de El Levante considerando que los modos de hacer son significantes, que los espacios de participación necesitan ser construidos y que la elección de las metodologías y dispositivos son también decisiones políticas. También en la necesidad de preguntarnos sobre la politicidad de las residencias cuando éstas se han convertido en un estereotipo de visibilidad en los circuitos internacionales.

No teníamos muy en claro qué pretendíamos del Taller, sí que pudiera dar lugar a una conversación. Lo pensamos como un primer ejercicio editorial de El Levante, pensando al espacio editorial en tanto espacio de discusión. En momentos de “impasse” necesitamos explorar nuevas formas de relacionarnos con otros, de producir con otros, de crear espacios que inviten al diálogo y al intercambio. Con Miren ya en residencia ajustamos algunos mecanismos y terminamos de elaborar la estrategia para el taller. Intentamos agrupar prácticas heterogéneas, amigos que habían tenido o tienen algún tipo de relación con El Levante y al mismo tiempo algún tipo de experiencia con la cuestión editorial tomando esta desde un concepto amplio más allá de la tradicional impresión en papel. Nos importó de cada uno la capacidad y el interés en dialogar y compartir.

Pensamos que necesitamos deshabituar nuestra mirada para poder descubrir fuerzas o acciones todavía imperceptibles. Pensamos en un espacio de escucha y producción creativa, de búsqueda, sabiendo que nada es estable y que cuando algo funciona inevitablemente hay que en algún momento ponerlo en cuestión. Todos coincidimos en pensarnos en movimiento en una realidad cambiante. El Taller dio respuestas a muchas de las inquietudes que nos planteamos y generó multitud de interrogantes y nuevas perspectivas. La dinámica de participación fue muy fluida, afectiva, dentro de un clima de curioso interés donde los distintos puntos de vista, objetivos, prácticas, proyectos, conceptos, daban cuenta de las muy diferentes interrogantes, incógnitas, búsquedas, sospechas, dudas y logros de cada unos de los grupos.

Experiencias de recuperación de formas de expresión que mostraron su eficacia a pesar de los limitados recursos técnicos y mediáticos puestos en juego como la edición de fanzines, fotocopias o stickers, intercambiaron puntos de vista y pareceres con ediciones pensadas exclusivamente para la Web teniendo en común una carencia objetiva de recursos y medios. Compartiendo la lógica del capital simbólico, opuesta a la acumulación material, rebasando en la acción las autoridades del derecho de autor o de todo fetichismo artístico, se replantean las nociones establecidas de autoría, y las figuras demasiado estáticas como la del lector o la de la “audiencia” en general.

Así como alguna editorial se inclina por una “potente materialidad” para sus libros, enfatizando el carácter objetual de sus producciones como opción enfrentada a la inmaterialidad de las producciones digitales, estas últimas son valoradas aun “desapasionadamente” para algún tipo de vinculación de complicidad con la esfera civil. El uso de Internet es aceptado por su potencial de comunicación inmediata y su condición de horizontalidad esencial aunque en el marco de un uso muy alejado de los términos acríticos que reivindica la publicidad o el marketing.
Contrastado con la red de relaciones y complicidades que establecieron las ediciones contraculturales de los años sesenta, fue enfatizada la necesidad de “estructurar” el presente “pantanoso”, aun aquellos que se sirven de los medios tecnológicos “enlatados” para su acción, están aceptando la necesidad de estructuras con cierto ánimo de permanencia, estructuras no deudoras, ni material ni formalmente, de las expresiones del poder mercantil. Cualquiera puede editar, comprobamos la paradojal “facilidad” para editar, sin embargo, vivimos en un mundo altamente “editado” por el poder con una abrumadora proliferación de enunciados. Para muchos la edición como actividad autónoma no encuentra su sentido, su potencialidad para cuestionar. Desde el contexto de un barrio, un taller, un movimiento social, la edición recupera su capacidad de dinamizar las ideas y puede procesar el “material en bruto” de la realidad, pensar la acción editorial como una herramienta de producción de conocimiento inserto en un contexto social.

Experiencia en relación con los movimientos sociales y espacios de creatividad colectivos, como un espacio de escritura con otros, con una producción que intenta posicionarse a través de la publicación de textos no presentes en el medio, que tienen que ver con el desarrollo de un pensamiento autónomo y nuevas subjetividades y también para dar voz a prácticas en diversos contextos en relación a la producción de pensamiento crítico y en las cuales se ha trabajado en el seno de los movimientos activistas.

La editorialidad como una trama de relaciones para hablar de los procesos, develar el sistema de experiencias y de auto-organización. Romper la jerarquía y la autoridad del emisor (editor) en relación al destinatario (lector-audiencia) y producir nuevos vínculos, el nosotros es lo que da sentido al acontecimiento, pasar de enunciar a encarnar la crítica. Pero a decir verdad, no sólo se trata de construir un “autor” colectivo, sino de poner en marcha un dispositivo que produzca una nueva politización del pensamiento, donde se imbriquen de una nueva manera el afecto político y el afecto estético.

Espacio expositivo en sí mismo, la edición es ejercida también en una biblioteca de barrio, en una radio comunitaria, en un grupo extrauniversitario, donde un tipo diferente de lector-autor que se constituye en lector-productor activa un tiempo de recreación y circulación de contenidos, interacción e intercambio, deseo o modificación que sólo se pueden dar en un tiempo diferente, en una “duración”. La duración, la demora, como elemento imprescindible para poder devenir dinamizador o constructor, potencialidades esenciales para una saludable vitalidad de toda actividad humana. Respuestas a preguntas que no se realizaron individualmente durante el taller, sino por el contrario, trabajo de acumulación de experimentaciones infinitesimales en el tejido de la vida colectiva.

Terminado el encuentro otra vez debimos pensar en nuevos dispositivos que pudieran dar lugar a nuevos diálogos. Hoja en blanco fue el que se nos ocurrió para intentar poner en práctica ciertas cuestiones salidas del taller. Estos pequeños ensayos y riesgos, experimentación de gestos casi imperceptibles funcionaron como estímulos para la participación, fueron leídos e interpretados y generó una corriente de respuestas que fueron contaminándose y alimentándose unas de otras.

De: "El Levante"
Asunto: hoja en blanco

Fecha: martes, 27 de octubre de 2009 09:19 p.m.

Hola a todos,
gracias por compartir con nosotros la experiencia del taller.
Fue una alegría poder trabajar con todos ustedes y esperamos que hayan llegado bien.
Saludos
Graciela, Lorena, Luján, Miren y Mauro

De: "Mario Santucho"
Asunto: Re: hoja en blanco
Fecha: jueves, 29 de octubre de 2009 11:33 a.m.

amigos,
gracias por los envíos, que ya estuve curioseando.
les agradezco otra vez la invitación. la verdad es que fue un espacio muy interesante para mi. de hecho, me quedé maquinando algunas ideas que surgieron el taller y por eso me largué a escribirlas, un poco para compartirlas con ustedes.
perdonen la escritura, pero lo armé medio de un tirón.
cuenten qué les sugiere,
saludos,
mario

Dar forma sin conformar(se)
Una idea muy básica sobre qué es editar en el presente

El fin de semana pasado tuvo lugar en Rosario un seminario titulado Pensar la edición, organizado por los amigos de El Levante. Como parte del intento por desarrollar una práctica editorial propia, ellos se interesaron por una propuesta reciente de Miren Eraso (ex-editora de la Revista Zehar - Arteleku), consistente en registrar "los cambios realmente significativos que se están dando en la creación, mediación y distribución de contenidos y que están modificando la lógica de la tradicional edición en papel".
El punto de partida resultaba llamativo, al menos por tres razones. De un lado, porque desde el comienzo supimos que la audaz idea de Miren había conducido a un relativo fracaso. Por otro lado, porque quienes fungieron de convocantes explicitaron desde el inicio su desorientación en la materia. Por último, entre aquellos que acudimos entusiastas al llamado primaba una pasmosa heterogeneidad, imposible de barrer bajo la alfombra de los buenos modales.

En este anómalo escenario, fuimos testigos de una sorpresiva fluidez. Me pregunto si precisamente el hecho de no haber esperado gran cosa, fue lo que nos permitió activar una particular disposición al intercambio. Mi impresión es que no sólo la pasamos bien y conocimos gente nueva e interesante, sino que también se produjeron algunas nociones que vale la pena reseñar. A mi me quedó dando vueltas una idea en la cabeza y es ella la que me está obligando a escribir.
Tal vez lo único que tienen en común quienes se proponen publicar algo, es el gesto de "dar forma" a una inquietud que trata de manifestarse. Desde el más clásico de los editores hasta la más efímera publicación virtual, aquello que se cristaliza como un objeto para su difusión es siempre el resultado de un proceso complejo y colectivo de producción e intercambio.

Hay entonces un índice muy básico que nos permite distinguir el desafío específico de la práctica editorial. Se trata de una oscilación que se establece, entre la potencia del producto resultante y su inscripción en la trama viva de relaciones que lo hizo posible. Si lo primero va a determinar el alcance de nuestras ediciones, de lo segundo depende nada menos que su sentido. En un extremo, el provecho comercial y la voluntad de llegar a un público cada vez más amplio; en el otro flanco, el valor de uso y la preocupación estética o política. Es evidente que no conviene oponer a priori ambos términos, pero tampoco es cierto que uno y otro posean para nosotros el mismo significado. Se trata de una cuestión de énfasis, que tiende a inclinarse hacia uno de los polos, sin que tal tendencia pueda tornarse unívoca.
En lo concreto se producen combinaciones originales y cada una de ellas posee su propia cifra y movilidad. El seminario nos permitió conocer varios ejemplos. Como el de las chicas que comenzaron con un fanzine extremadamente simple y despojado, casi como una excusa que les permitiera abrir espacios de encuentro de libre acceso y participación, pero cuando concentraron sus energías en mejorar el "packaging", dando lugar a verdaderos "fanzines eruditos", la naturaleza pública del emprendimiento disminuyó. Lo contrario sucede con nuestro obsesivo editor de poesías, que no cesa de experimentar formatos cada vez más flexibles y a la vez artesanales, impelido por la vibración de una escritura que se presenta ante los ojos del público domesticado (en el que me incluyo) como demasiado rígida e intrincada.

El asunto se complica un poco, cuando advertimos que existen al menos dos grandes maneras de "dar forma" a una publicación.
Desde un punto de vista más tradicional, la actividad del editor viene precedida por la figura del autor y su destino es acudir al encuentro de quienes ejercen la lectura. La intermediación consiste en construir un objeto que sea capaz de alojar el contenido expresado por el creador (sea este un artista, un escritor o un movimiento social) aspirando en último término a conseguir la universalidad de su obra.

Pero en los últimos años se ha generalizado una modalidad de la edición, que si bien había sido anticipada por las vanguardias artísticas y teóricas, alcanza su madurez gracias a la diseminación de las nuevas tecnologías digitales. Me refiero al arte del montaje, cuya metodología consiste en capturar un conjunto inarticulado de secuencias semióticas y simbólicas, para dar lugar a composiciones de segundo grado, a las que propiamente deberíamos llamar obras. A partir de aquí las fronteras entre la función autoral y la práctica de los editores se borronean y confunden. Lo mismo sucede con el ejercicio de la lectura. Respecto del viejo procedimiento de impresión, se gana infinitamente en flexibilidad y posibilidades pero, a su vez, aumenta la desorientación y crece la arbitrariedad.
Suele concebirse la relación entre estas figuras de la edición de una manera lineal y progresiva. Hay quienes aseguran que el pasaje de lo analógico a lo digital es definitivo y obvio. Otros consideran que lo tradicional pervivirá aunque tarde o temprano deberá subordinarse a lo nuevo, según la tendencia irreversible que impone el desarrollo tecnológico. Por suerte las cosas no son tan simples. Para quienes creemos fundamental precisar en qué sentido lo editorial es político, las diferencias entre uno y otro estilo de edición son significativas, lo que abre un campo para el pensamiento y la investigación con final abierto.

En el primer caso, considero que son políticos aquellos proyectos que se preocupan por verificar hasta qué punto toda obra editada es el producto de una elaboración colectiva que subyace en cada intento creador. Tal y como señalaron primero el marxismo revolucionario y luego los situacionistas, se trata de resistir la separación entre el producto de la innovación social y la trama viva de afectos e inteligencias múltiples. Ser capaz incluso de mostrar, en cada objeto resultante, ese plus de cooperación que no cesa de proliferar y de contraerse, desarmando los criterios que impone la perversa división del trabajo. Sólo así podrá estimarse el valor que poseen los esfuerzos de individuación que ponen en juego las creaciones. De lo contrario la cultura se convierte en un proceso de expropiación generalizada, cuya consecuencia es el empobrecimiento de las capacidades colectivas. Los amigos chilenos que participaron en el seminario rosarino, por ejemplo, conciben su revista como el intento por visibilizar el fondo común de colaboraciones e intercambios que desbordan al campo artístico. Tal proyecto editorial aspira a constituirse en un dispositivo de transversalidad.

Para imaginar qué tipo de politizaciones pueden afectar a las nuevas formas de la producción cultural, aquellas que genéricamente pueden denominarse como metodologías del montaje, lo anterior es un punto de partida importante pero no suficiente. La voracidad apropiacionista de estos métodos de ensamblaje asume el carácter social e inacabado de todo objeto cultural, de manera que la debelación (de lo común) deja de funcionar como un criterio crítico eficaz. La flexibilidad de los agentes que recombinan signos e imágenes, por otro lado, nos impide pensar en sujetos de la creación, ya sean estos autores, lectores y editores, o bien individuos y comunidades. Su infinita capacidad de mutar, la agilidad para desenchufarse y rehacer al instante el sistema de conexiones, dificulta las hipótesis de una reapropiación colectiva de la capacidad de innovar. Mi impresión es que la única posibilidad consiste en radicalizar el gesto que caracteriza al montaje. El resultado de esta radicalización, sin embargo, no es optimista sino más bien destituyente. En lugar de invertir los términos se trata de provocar un vuelco desestabilizador, una apertura de la temporalidad que impida toda recomposición.

El gesto al que nos referimos es la profanación. Si todo símbolo y enunciado pueden ser considerados como fragmentos aptos para nuevas composiciones, es porque la imagen y la palabra circulan desprovistos de cualquier sentido a priori. Para que los vocablos y los signos estén disponibles como elementos de incesantes recodificaciones, es preciso abstraerse del significado que asumen en ciertos contextos singulares. El prototipo de la máxima polivalencia funcional, se corresponde con el ideal de una traducción exhaustiva e infinita.
Pero hay una potencia profanadora que hace saltar el código por los aires. Es una experiencia de la profanación un poco salvaje, ya que ni vive de la nostalgia por un fundamento perdido, ni descansa en el cinismo de los "nihilistas ingenuos". Ella intuye que la variedad infinita de posibilidades semióticas no es más que el síntoma de una multiplicidad mucho más densa y anónima, un abigarramiento de dimensiones, estratos y niveles (corporales, maquínicos, psíquicos, afectivos, cósmicos, microscópicos, energéticos), imposibles de ser expresados por una única lengua. Todo aquello que para la escena cultural contemporánea sólo existe como un resto sin sentido ni destino, resurge como una riqueza de mundos en continua erupción: el murmullo anónimo que insiste en ser indiscernible, la mezcla que no llega nunca a hibridarse, la sombra que escapa rauda a la iluminación, la rugosidad que sobrevive a la ansiedad de la depiladora, la posibilidad que conserva su inminencia aunque la invoquen una y otra vez los historiadores...

No tengo idea de qué tipo de práctica editorial puede "dar forma" a esta extraña fuerza profanadora. Un poco chistosamente me imagino la figura de un editor-colectivo que siempre anda regurgitando, como si no pudiera nunca terminar de digerir lo publicado.

De: "ezequiel gatto"
Asunto: Re: hoja en blanco
Fecha: viernes, 30 de octubre de 2009 05:04 p.m.

gente:
ya que el seminario cumple una semana de realizado, a manera de festejo os envío mi hoja
:).
saludos a todos, espero que anden bien
eze

pd:
mario: tu escrito me pareció muy muy interesante. me quedó con una frase que me pareció genial: *"Todo aquello que para la escena cultural contemporánea sólo existe como un resto sin sentido ni destino, resurge como una riqueza de mundos en continua erupción"*. Creo que encierra una tremenda necesidad de ejercicio perceptivo y de atención; de localización, recuperación y dinamización de cosas que o bien no se presentan como valiosas o bien, como se dijo, transcurren casi inevitablemente el camino del envejecimiento prematuro o instantáneo.


Mi hoja no puede desconocer el hecho de que ya hemos atravesado el seminario...
Como dije en el encuentro, mi actual condición respecto a la edición es la de un sujeto más bien periférico. Durante algunos años participé en varias experiencias editoriales: un fanzine político-musical allá por el 95 y otro en el 96; un periódico anarquista mensual entre los años 97 y 99; una revista de pensamiento político en el 2002; un archivo de escritos de la Universidad Experimental que se distribuyó el año pasado en formato cd. (Ahora mismo, al escribir esto, no dejo de percibir esa trayectoria en consonancia y copresencia absoluta con mis experiencias de militancia).
Actualmente, aún si no sostengo una práctica editorial (o mejor dicho, sostengo una de "baja intensidad": mi blog, estrategiasvitales.blogspot.com) sí estoy en permanente contacto con editoriales o problemáticas ligadas a las prácticas de edición. Incluso podría decir que esta posición excéntrica me ha dado qué pensar en relación al trabajo editorial. Sea individualmente, como investigador, traductor y escritor de artículos, sea colectivamente, como participante de la Universidad Experimental no deja de resonar y persistir la pregunta por las formas producción e intercambio de conocimientos. Ese es, por así decir, mi grado cero a la hora de pensar la edición y sus para qué.

Quisiera marcar aquí algunas cuestiones que, desde mis prácticas actuales, podrían entrar en sintonía con las discusiones que mantuvimos. Varias de ellas las pensé durante o después del seminario.
En cuanto a la investigación, llevo adelante una exploración de ciertas articulaciones entre arte y política en lo que podrían denominarse experiencias contraculturales en la Argentina de los años 60 y 70. Presto, para ello, particular atención a una serie de proyectos editoriales en los cuales se conjugaban experimentación artística y crítica social en modos definitivamente minoritarios para las lógicas mayoritarias de construcción política de la época. Estas experiencias se consideraban a sí mismas como integrantes de redes internacionales de producción, intercambio y circulación en permanente construcción, de las cuales las propias experiencias eran responsables de su vitalidad y proliferación. Redes que no se limitaban a combinar proyectos necesariamente afines desde los contenidos, sino más bien desde las intenciones y las organización de los grupos (de allí que fuera posible encontrar, por ejemplo, al periódico de Panteras Negras, la revista de crítica literaria y literatura Floating Bear y las revistas Poesía-ahora, Cine & medios, la militante y polifacética Contracultura y la revista Diagonal Cero de Edgardo Vigo insertas en redes comunes).

Me interesa indagar en esas redes de tenue institucionalización, en sus potencias y sus límites. A su vez, este aspecto -el trabajo en red-, su deseabilidad y sus formas concretas dan cuenta de ciertas lógicas que precedieron a la cultura digital (al menos a su masificación), lo cual permitiría desdibujar hasta cierto punto las rígidas fronteras imaginarias entre lo analógico y lo digital desde la perspectiva de las estrategias de producción y cooperación (no así, obviamente, de su materialidad, dinamicidad y alcance), estableciendo nuevas continuidades y discontinuidades.
¿Por qué abordar esta investigación? Básicamente por cuestiones historiográficas y políticas (entendiendo que esta es una distinción conceptual y que pueden hallarse efectos historiográficos en las cuestiones políticas y efectos políticos en las cuestiones historiográficas). Estas cuestiones hacen, en primer término, a la invisibilidad de muchas de estas experiencias, aspecto que me parece sumamente importante a la hora de considerar cuáles son algunos de los recursos imaginarios en que nos apoyamos para pensar nuestras prácticas. (Durante el seminario circuló la idea de estereotipo y los efectos concretos de encarnarlos). En contraste con dicha invisibilidad, es posible indicar una sobreproducción de trabajos orientados a otras manifestaciones políticas y culturales del período (como ser, por ejemplo, la conformación y despliegue de las organizaciones político-armadas). En esta línea, pretendo aportar a una complejización de las lecturas del período, de sus discursos, prácticas y potencialidades que permitan recoger otras herencias y leer de maneras menos deterministas u unívocas las trayectorias y decisiones políticas. Y también, claro está, la diversas funciones que tiene la letra, en la medida en que existen profundas diferencias entre, por ejemplo, la prensa de un partido (es decir, la herramienta de difusión) y la edición que apuesta a devenir insumo, y cuya propia lógica la desplaza de cualquier intento de acumulación.

Conjuntamente, me resulta fundamental poder, en esa visibilización, tensar aquellas experiencias y biografías colectivas con los problemas actuales que atraviesan las formas colectivas de producción e intercambio, sus límites y sus modalidades. Sea desde la formalización de las respectivas prácticas como en una relación genealógica entre unas y otras, me parece importante poner en relación ambos mundos, en una suerte de debate entre generaciones: esa es la razón política: no se trata de mímesis, conmemoraciones o modelizaciones (y de las formas del archivo que les corresponden); al contrario, se trata de intentar desplegar un pensamiento histórico de diferencias.

Quisiera detenerme ahora en mi experiencia colectiva actual, puesto que allí damos una especial relevancia a la producción editorial desde una perspectiva que, creo, podría servir para pensar tanto el problema del público como el de la lectura. Teniendo como criterio de vinculación las capacidades de interpelación de los materiales editados respecto a nuestras experiencias o expectativas militantes y las posibilidades de construcción de redes que involucren a los editores, los escritores (individuos o colectivos), los lectores y nosotros, desde la Universidad Experimental procuramos diseñar dispositivos de lectura y discusión que, organizados en torno a la presentación del libro como instancia de exposición, logren construir una duración que exceda a dicha instancia. Es así que nos proponemos darle "un pasado" y "un futuro" a la presentación misma. A diferencia, por un lado, del gesto consumidor de presentar el libro como mecanismo publicitario y, por otro, del gesto propietario de enfocar exclusivamente en el autor, autora o autores, nos interesa no una intimidad entre el autor y el lector, sino un territorio de diálogo y discusiones. Es a ese escenario al que apuntamos estratégicamente al convocar a lectores a participar de la presentación y al intentar dejar abierta las posibilidades de contactos a posteriori. Es una determinada estrategia de lectura, un "nosotros lector" organizado no desde el sentido o la exégesis sino desde los diversos anclajes prácticos y las posibilidades y consecuencias de acarrean ciertas lecturas. Me parece que algo de las funciones de edición puede ser pensado en esa clave: como una ampliación de campos y temporalidades que, al mismo tiempo, no deja de consistir en una destotalización del lugar de editor, de una multiplicación de los sitios en que esa tarea se construye.

En ese sentido, la Universidad Experimental pretende funcionar como una máquina de puesta en encuentro que navega entre la provocación de efectos, su rastreo y la cualidad de aquellos de ser inmensurables. Por otra parte, es central en la UX el estatuto que adquiere el registro escrito de las experiencias. Una de las características salientes del colectivo ha sido, en estos años, mantener una constante práctica de escritura como forma de conexión con otras experiencias. En nuestros encuentros con otros, hemos suplementado nuestra presencia con la escritura. Y no se trata de una mera agenda; al contrario, creemos que en el trabajo de escritura se configura algo esencial a la propia práctica y a la posibilidad de pensarla. De allí que escribir no sea el producto final de un determinado proceso, sino una presencia continua e inherente al mismo.

De: "Miren Eraso"
Asunto: RE: hoja en blanco
Fecha: sábado, 31 de octubre de 2009 09:54 a.m.

hola a tod*s,
fue un placer compartir e interactuar con vosotr*s. Tras la ronda iniciada por Mario (siempre tan provocador), y tras Ezequiel, os envío un breve comentario antes de dejar Rosario.
Hasta siempre,
Miren

El fin de semana nos juntamos para pensar sobre la edición como dispositivo de acción e interacción en un intento de diagnosticar (nos) qué supone editar (edit*r) hoy. Desde las primeras presentaciones ya apareció la imposibilidad de un diagnóstico común, que venía atravesado por las dudas, las inquietudes, los desbordamientos, los impulsos y un sin fin de preguntas, que inesperadamente centraron la discusión: ¿Qué producir? ¿Qué es creatividad? ¿Cómo hacer para producir un desafío? ¿Hasta que punto hay que producir conocimiento (material)? ¿Cómo volver a lo concreto, al valor social? ¿Cómo activar el presente? ¿Cómo dar cuenta de las reconexiones? ¿Qué es crear una réplica? ¿Por qué visibilizar los archivos?... Cuestiones que convertían lo editorial en un ser inestable. Como en el libro de Doris Lessing Instrucciones para un descenso al infierno, en el que Charles Walkins, un catedrático de literatura, ingresa en un Hospital Psiquiátrico de Londres desorientado, convencido de que se encuentra en una travesía marítima, en la que todos menos él han muerto. Y en un intento de buscar un diagnóstico la autora (el taller en nuestro caso) presentó el guión del libro a dos médicos, y les pidió un diagnóstico sobre el paciente, que indicaran qué trastorno padecía: "Así lo hicieron. [...] Sin embargo, sus diagnósticos, aunque compasivos y razonados, diferían el uno del otro. De hecho, no coincidían en un solo punto."

Esta disparidad de diagnósticos iniciales nos aventuró en un ejercicio de reapropiación de ideas y palabras, de derivación de comentarios, de ampliación de situaciones, de creación de divergencias, y creo que fuimos siendo conscientes del potencial del compartir, del crear entre todos (del do it together) para derivar en una trans-formación del pensamiento generado colectivamente, de dar forma transformando.

De: "Proyecto VOX"
Asunto: RE: hoja en blanco

Fecha: domingo, 01 de noviembre de 2009 02:10 p.m.

Hola a todos
Gracias de a ramos a la gente del Levante por la puntería en armar este taller,
suave y corrosivo a la vez.

Sirve mucho para pensar la edición tal el enunciado y para exfoliar, repasar y escuchar las propias creencias en nuestra voz contándosela a los demás.
No he parado de pensar estos días sobre cosas que escuche y pensamientos que se construyeron ahí en vivo. Personalmente quede muy entusiasmado con la posibilidad de continuar la experiencia por algún medio. Esta posibilidad que tan bien plantea Miren" dar forma transformando"
Besos a todos Gustavo x

De: "magali piano"
Asunto: RE: hoja en blanco
Fecha: lunes, 02 de noviembre de 2009 08:12 p.m.

al momento de empezar a redactar, decidí que no tenia sentido hacer una reseña del seminario, sino elaborar un poco los apuntes más interesantes.
creo que cada uno tiene su relato del seminario - para la reseña exacta, tenemos las grabaciones - y me pregunto cuantos seminarios hubo en el seminario, todo eso no dicho en la mesa pero apuntado o conversado por los bordes, en los pre y en los post. (quiero aquí decir "abyecto", pero el diccionario sólo me permite connotaciones negativas!)
un poco a modo de la hoja voladora interpretada por luján, mis apuntes.
maga

(no sé si era un seminario o un concilio)

1- Gran parte del Seminario una pregunta me rondaba, a partir de muchos enunciados, y era esta: ¿por qué pensar al lector como un agente pasivo al que hay que formar?
A partir de esto, noté dos corrientes de pensamiento muy diferentes en cómo pensar la edición: una, que piensa un objeto a editar (se hablaba de producto) y de cómo “insertarlo en el mercado”; y otra en la cual una situación o escena genera la edición misma – o puesta en objeto- de determinadas prácticas y las hace funcionar, circular, y genera asimismo una red de distribución y circulación de ese material.
Me inclino más por la segunda opción. Y creo que el primer paso es generar la escena. Los contenidos sobran.
Creo que nos encaminamos todos a ser editores: o al menos a eso nos lleva la proliferación de contenidos y de pensamientos.
2- Gustavo contó una anécdota muy interesante: la edición de ese primer libro de poesía VOX puso en evidencia la falta de ellos.
Hay presencias que ponen en evidencia determinadas ausencias que cobran sentido dentro de una escena (o quizás podemos decir momento) que le permite su aparición y su circulación. No hay necesidad de “armar” público”, es casi una idea de “demanda” – pienso en historias extraordinarias de Mariano Llinás.[1]
3- Miren dice “no somos dueños de las herramientas que utilizamos”.
Sobre todo: hay que aprovechar las herramientas en pos de lo que se quiere hacer: nosotras (por ejemplo) sabíamos que la comunicación a nivel virtual estaba funcionando bien (pero se quedaba corta para nuestro propósito, cuya realización final se daba “en el campo de lo real”, entonces se aprovechaba esa parte virtual, se continuaba en la elaboración protoindustrial – esa elaboración artesanal del uno por uno – y la posterior circulación real, mano a mano, haciendo emerger o aparecer esas relaciones que previamente habían sido virtuales.
Aquí pienso un poco en el concepto de demora que manejan los chicos (colectivo situaciones[2]), una demora que puede pensarse como expectativa, como el generar un contexto propicio para la recepción. El público no es el público – charlaba con Miren y con Graciela de la necesidad de redefinir muchos términos: público, lector, real, archivo, etc etc.: me animo aquí a un pequeño paréntesis luego de leer el texto de Mario: hay que profanar algunos conceptos. Muchas veces, debemos empezar de cero. Pretendiendo que aún nada fue dicho y eliminando los preconceptos.
Durante el Seminario pensaba de qué forma se podía hablar de público sin decir público, sin decir espectador. Si me remito a las ideas enunciadas y a la experiencia del seminario, una aproximada es participantes.
En el caso del fanzine Almacén de baratijas, los participantes son ese público. O, en el caso de las presentaciones de libros, esa demora genera los propios participantes (supongo), y la posterior construcción de redes, que a su vez integran nuevos participantes.
Surge, entonces, a partir de una experiencia especifica.
4- “No hay espacios de construcción de pensamiento, si espacios expositivos” (el Levante con la clínica intento formar un espacio de pensamiento de la práctica artística y los proyectos)
Casi de manera anticipatoria, Miren habló del fracaso. De sacar eso que queda entre medio de las diferencias y de las fallas. Un fracaso con éxito.
5- Para (y por?) qué seguir trabajando lo digital como si fuera analógico? (esta idea de volcar los contenidos a la red, en vez de pensar los contenidos para que funcionen en la red) esto me parece importantísimo. Se piensa a la red como depositaria de “lo mismo que circula en papel”. Sisi, estoy de acuerdo con la democratización de los contenidos y el copyleft, pero son planteos diferentes.
Hay que inventar(le) todas las posibilidades a la web.
Además, en esta constante actualización de contenidos y de información, todo se relativiza.
Lo digital permite otro tipo de archivo: potencial
Pensar la edición desde la lógica misma de la forma del “archivo” – algo acumulado o coleccionado para un futuro incierto - es el tiempo el que les da el sentido. O la forma de hacerlo presente nuevamente. Parece que entramos en el campo de la ciencia ficción.
Anticiparse.
6- La edición de un libro es “la fase final de algo”?Luego de la introducción de Mauro, pensaba en el proceso de El Levante: de la praxis a la teoría, o del taller al seminario sobre las formas de edición. La edición como principio de otra cosa, entonces.

De: "Lujan Castellani"
Asunto: Re: hoja en blanco

Fecha: jueves, 05 de noviembre de 2009 03:17 p.m.


Hola !!
quería compartir con uds mis sensaciones post taller (ya que maga llamo seminario/concilio)... donde parecería que sólo los hombres hablan... menos mal que el levante no suena a monasterio... bue quien sabe no?
un saludo a todos/as
lujan

Mientras pensábamos el seminario con Lore, Mauro y Graciela estaba preocupada porque no teníamos experiencia sobre el tema en que el seminario se iba a desarrollar y más preocupada estuve cuando fuimos haciendo las invitaciones y todos uds contestaban que sí, que participarían del seminario.
Ya en el momento que comenzamos a charlar en el seminario y como forma de relajar mi mente comencé a inventar los apodos de algunos de los participantes. El primero que se me ocurrió fue el de Miren. La apodé 'la cautiva' . en la venganza post colonial.
Tampoco fue casual pedir empanadas en la vasca. Pero bueno sigamos.
También estaban las chicas salvajes/vintage quienes muchas veces logran pegar una sacudida a los demás presentes. Incluyo a Eli con su lectura digital sobre vox.
Sin embargo mi preocupación acerca del seminario me llevó a pensar que en El Levante nos interesa gestionar proyectos de los cuales muchas veces tenemos muy poca idea. En alguna presentación de EL dije esta frase un poco dudando, y bueno pasó que hubo bastante murmullo en la sala. Me preguntaban si luego iban a venir Graciela o Mauro o Lorena.
La edición como productora de dispositivos del hacer con otros para establecer relaciones diferentes e imprevistas como forma de diálogo. Una coproducción de formatos que posibiliten nuevos encuentros.
Desorientarnos para no acomodarnos a lo establecido y repolitizar nuestro espacio cultural para no cristalizarnos.
Trabajar con experiencias situadas y detenernos para compartirlas, propiciando espacios inciertos, flotantes y de elaboración colectiva.
Mientras escribía en el pizarrón en blanco no estaba segura si V/Birno iba con B alta o V corta. Maga me respondió con V corta, obviamente Ana se largó a reír.
Automáticamente la risa de Ana me hizo acordar que la situación distaba mucho de ser un happy end y para colmo Gustavo comenzó a hablar de las profecías, Mario de profanar, Ignacio sobre cómo samplear lo visible, Cristian sobre cooperación y Ezequiel sobre la duración.
Mi cabeza entró en ebullición como si estuviera insolada, y entonces a la noche soñé que la profecía era que EL no realice ninguna edición!! Después de toda esta movida. Desperté y me dí una cachetada con la cara mojada porque vieron que duele más.
Me quedé pensando en la siguiente frase: La falacia se convierte en un recurso irrenunciable para la acción innovadora.
Me da la impresión que el desafío del proyecto editorial que intentamos construir en EL pasa por encontrar los gestos que aceptamos poner en juego con el riesgo de enfrentarnos a nuestros propios deseos y nuestras desventuras.
Si la actitud es un sentimiento pensado ¿como construir sin acariciar lo injusto? ¿Cómo conectarnos igualitariamente?
Quizás pienso a nuestro hacer como un permanente destilde de nosotros mismos y de nuestra relación con los demás. Profanar profecías, destildar nuestras rutinas, contaminar lo establecido, activar actitudes, y delirar espacios por venir para generar esa multiplicad de sitios compartidos y también como un tiempo intermitente y necesario, como se ha dicho en el taller; para intentar seguir pensando acerca de lo que entendemos por político. Y que, no es simplemente lo que sometemos a leyes preestablecidas, sino aquello que aceptamos poner en juego con nuestros gestos de manera irrevocable y sin reservas. Incluso a riesgo de que de este modo nuestra felicidad y desventura sean conflictivas de una vez y para siempre.
luján castellani
Nov 2009

De: "Ignacio gago"
Asunto: Re: hoja en blanco
Fecha: sábado, 07 de noviembre de 2009 01:45 p.m.

Gente, ya se que me colgué con los tiempos, es que tuve unas semanas complicadas y la rutina no me dejaba sentarme un segundo a devolver esta hoja en blanco que nos mandaron… Vi todas las cosas que han escrito, y me parecieron muuy buenas, continuando y llevando más allá las discusiones e ideas que se trabajaron en el taller… La verdad que una masa este espacio de discusión y pensamiento que se puso en juego en torno a la edición.. Mando abajo algunas cositas que me quedaron dando vueltas (no es algo que de alguna manera no haya circulado ya, solo que me sirvió pasarlas en limpio y no quería dejar de compartirlas, a modo de devolución…)
Saludos!!
Ignacio.

La preocupación y la apuesta es por inventar movidas de *visibilización*propias a nuestras prácticas, a nuestras movidas, a nuestras creaciones. Porque no nos conforma la imagen de editar para “dar visibilidad”, en el sentido más corriente de esta idea de visibilidad, idea que no me parece del todo fiel a ese trabajo arduo que hay detrás de nuestras ediciones (el trabajo con ese fondo complejo, a veces oscuro, siempre inquietante e irreductible a “una obra”, a una exterioridad con respecto a las propias necesidades).
Esta *visibilización *propia a nuestras inquietudes nunca pierde ese toque de invisibilidad, de clandestinidad, de máscara, de anonimato que tienen nuestras apuestas, las movidas con las que trabajamos, los deseos que más nos mueven a “editar”…
En un libro, un disco, una revista, un fanzine, un video, en eso que creamos y que editamos, se juega entonces una tensión entre lo *invisible* (el plus, las redes de cooperación que hay detrás, las ganas y las angustias que nos mueven) y la “visibilidad” como lógica que te deja a un paso del estereotipo, el cliché o la estetización, esa idea de obra como ya separada de el entramado vivo de donde viene… Tal vez pensar las ediciones “militantes”, o “independientes” –o como queramos o podamos llamarle- es pensar y ensayar el desafío de crear “ediciones imperceptibles”, ediciones que sirvan para encontrarnos (ya sea en el desierto digital, en la calle, en los espacios cotidianos, en el barrio, con otros desconocidos, con nuestros amigos, etc.…); ediciones que se inventen sus propios e imprevisibles circuitos y sus propias “duraciones”.
Cómo trabajar con el “trasfondo”, darle forma, ponerle rugosidad (al liso aséptico de lo digital o de la imagen estereotipada, “cool”, volviendo rugoso incluso un soporte digital, un blog, una edición on line, etc.); cómo mezclar esos fondos entre sí, con otras materialidades, incluso con otras “visibilidades” o imágenes-ya-hechas; o incluso, cómo hacer emerger del régimen de lo visible –mezclando, a puro sampler, o *profanando*- un plus, un sentido que conecte con nuestras preocupaciones y ganas.
Decíamos que la creatividad se juega en estas movidas, disímiles entre sí, abiertas, atentas a nuestros nervios y a producir un plano donde encontrarnos, donde se generen cosas siempre teñidas por esa opacidad propia de aquello que escapa a las luces televisivas, por ese anonimato nunca del todo digerible por el mercado, ni cuantificable o simplificable por los patrones estéticos, controladores, ordenadores.
El desafío de estas creatividades –y las “formas” que toma, es decir los procesos propios de *visibilización* que se inventa-, entonces, consiste en nunca perder ese filo problematizador que la estetización o la “pura visibilidad” de las lógicas estereotipantes intentan resolver. Las asimetrías, las diferencias, los problemas -nunca exentos de frustraciones, pifies, desgastes y soledades- no son aplanados o resueltos cuando se trata de “editar” desde las inquietudes, desde el encuentro con otros, desde la apertura a lo indefinido, cuando se trata de estas ediciones que intentamos llevar adelante sin nunca saber bien cómo es que se hace; todo esto trae a su vez nuevos problemas y nuevos riesgos, pero también el placer de la experimentación y el movimiento…
(Ignacio, nov.2009)

De: "mauro machado"
Asunto: Re: hoja en blanco
Fecha: martes, 10 de noviembre de 2009 08:41 p.m.

Queridos amigos,
Aunque ya es un poco tarde (pido disculpas por ello), quiero reiterarles nuestro agradecimiento por haber aceptado nuestra invitación para luego venir a Rosario a conversar sobre una nebulosa relacionada con la edición.
Momento de inflexión de nuestras tareas de El Levante, la pausa activa fue para repensar sobre una manera re-adecuada de producir y comunicar algo que nos gusta pensar que se trata de conocimiento, el cual hasta el año pasado construíamos de una determinada forma, poniendo en funcionamiento unos determinados dispositivos que se nos fueron quedando inadecuados, toscos, inmóviles.
Valoramos (admiramos) lo que hacen, las formas y maneras articuladas puestas en tensión productiva en vuestros proyectos, eso justificó nuestro pedido de ayuda para reflexionar sobre una particular forma de producir esos conocimientos o mejor dicho, reflexionar sobre algunas líneas directrices que derivándose de nuestras prácticas, nos sean útiles para conceptualizar y precisar lo que hacemos.
Para comenzar constatamos que hay una gran distancia, un trayecto a salvar entre el conjunto de saberes disponibles y aquel lugar que imaginamos, un tanto programáticamente, donde podemos estar o podríamos llegar. Confiamos en un desarrollo procesual basado en la práctica, nuestras prácticas, las que debido a su natural condición de fragilidad epistemológica conducen a resultados inciertos, imposibles de ser conocidos de antemano. Pasamos, creo, no tanto a investigar lo que no sabemos, sino a precisar cómo queremos saber lo que aún no sabemos.
Este primer cambio de foco nos parece de una gran importancia y nos obliga todo el tiempo a revisar nuestro plan de trabajo, la evaluación de los resultados y la valoración de dichos resultados de manera que el proceso comienza a ser considerado como la sustancia donde se destila la esencia de lo que realizamos. La atención a estos procesos, la manera en que son articulados atendiendo a ciertas condiciones que experimentamos y que nos guían y sirven de referencia para la puesta en práctica de nuevas herramientas, forman parte de un corpus de interés por si mismo a sistematizar, donde señalar nuevos términos, actores y conceptos, a manera de aporte para que una nueva pedagogía social (el concepto es de Miren) pueda ser pensada como síntesis de innumerables procesos distintos (pero con algún tipo de convergencia) que están teniendo lugar en estos días.
Extraño viaje que nos obliga a reconsiderar los destinos a medida que avanzamos por la ruta e incluso a mirar hacia atrás, al tiempo que cambiamos de medio de transporte, donde a veces tenemos la sensación de estar en un lugar donde ya estuvimos con la correspondiente alteración de las nociones de espacio y tiempo (muy interesante la apreciación de Ezequiel con relación a lo que ellos denominan creación de duración). Ignacio señaló las dificultades y los límites de todo proceso de visibilización o en términos más generales, los límites de pensar que mediante herramientas o procesos críticos podemos descubrir o develar los deseos no reconocidos, los condicionamientos ocultos o las relaciones de poder involucradas en toda manifestación vital. Es la aceptación del supuesto de que todo significado está allí presente de manera preexistente a su descubrimiento, lo que implica aceptar su carácter inmanente.
En El Levante siempre rechazamos la idea de buscar en el viejo arcón que todo lo contiene, nos gustaba más, como figura para el conocimiento, la imagen de la biblioteca donde uno saca y pone (y agrega) libros después de haberlos subrayado o comentados en los márgenes de forma de resaltar su naturaleza cambiante, su condición inacabada, su imbricación y su existencia relacionada con la acción de los actores-lectores involucrados señalando el hecho que difícilmente se produzca en forma aislada sino por el contrario imbricado en una compleja red abierta de conexiones, señalando la simetría de equivalencia entre autor y lector, en definitiva, señalando que todo conocimiento es un acuerdo colectivo que se produce en el presente. Esto pone definitivamente el acento no ya en ser capaces de ver a través de las cosas sino entender a partir de una práctica, o lo que es equivalente, reemplazar la voluntad de ser críticos por el desarrollo de criticalidad mediante una serie de vivencias de un problema (en lugar de su análisis).

Mario precisó muy bien la naturaleza delicada del fenómeno de individuación que ponen en juego las creaciones y el correspondiente cuidado para que el producto de la innovación social no se despegue de la trama viva de afectos e inteligencias múltiples. También señaló la potencialidad y perfiló los límites de la metodología del montaje.
Me pregunto sobre los límites de esas metodologías llegando al extremo donde ese fondo, ese resto sin sentido ni destino al decir de Mario, no esté conformado por fragmentos que posean todavía algún resto semiótico o simbólico que permita su reutilización en composiciones de un grado posterior y permitiendo entonces la existencia consiguiente del profanador. Ese fondo entonces no sería un barro lleno de potencialidades, ni siquiera murmullo ni sombra, sino partículas de tierra ligadas con agua, carbono, nitrógeno.
La figura del profanador entonces comenzaría a desvanecerse, no existen ya significados o símbolos a profanar o subvertir, toda combinación de partes sería posible y de manera indiferente terminarían flotando en el mismo caldo gratuito sin aciertos ni errores, sin provocación. Condenado a vivir en un universo de total equivalencia no encuentra tampoco libertades que tomarse, mezclar realidad con ficción, inventar lenguajes, repetir cambiando de contexto, privilegiar la subjetividad como compromiso con el mundo y sus problemas, etc, el profanador languidece.
Paradojalmente, es en este mundo de elementos inertes donde aparece potenciada la figura del regurgitador. Como el Rimbaud de Hambre (Una temporada en el infierno)

Si tengo apetito es sólo
De la tierra y las piedras.
Yo almuerzo siempre con aire
Hierro, carbones y peñas.

elabora con su estómago toda una alquimia personal a partir de esos materiales oscuros y se nos revelaría con toda su potencialidad para crear conocimiento
Es entonces cuando se nos presentan nuestras prácticas, de acuerdo con Irit Rogoff, esos espacios constituidos parcialmente en base a la teoría y parcialmente en base a la práctica, donde no está claro si son los materiales o los temas los que constituyen su manifestación, como un modo de funcionamiento que está surgiendo y que insiste en que podemos aprender no sólo del acto sino del ser.
un abrazo,
mauro

El Taller La edición como dispositivo de acción e interacción[3] tuvo lugar los días 23, 24 y 25 de octubre de 2009 en El Levante (Rosario, Argentina).
Participantes:
Alfredo Tornimbeni (Rosario), Colectivo Pensado Mañana.
Ana Wandzik (Rosario), Almacén de Baratijas, Compilados Situacionales, Ivan Rosado, Sello Kemón - almacendebaratijas.wordpress.com - ivanrosado.wordpress.com - compiladossituacionales.wordpress.com - sello-kemon.blogspot.com
Cristian Muñoz (Concepción, Chile), Revista PLUS - revistaplus.blogspot.com
Elisabet Williams (Rosario), Biblioteca Popular Cachilo - lacachilo.wordpress.com
Ezequiel Gatto (Rosario), Estrategias vitales - estrategiasvitales.blogspot.com
Graciela Carnevale, Lorena Cardona, Luján Castellani, Mauro Machado (Rosario), El Levante - www.ellevante.org.ar
Gustavo López (Bahía Blanca, Argentina), VOX - www.proyectovox.org.ar
Hugo Ojeda (Rosario), Wokitoki - www.wokitoki.org
Magali Piano (Rosario), Mesa Vulnerables, Almacén de baratijas - mesavulnerables.blogspot.com - mesadediseccion.blogspot.com - almacendebaratijas.wordpress.com
Marcelo Expósito (Barcelona/Buenos Aires), Brumaria, Entre sueños - marceloexposito.net - www.brumaria.net
Mario Santucho, Ignacio Gago (Buenos Aires, Argentina), Editorial Tinta Limón, Colectivo Situaciones - www.tintalimon.com.ar - www.situaciones.org
Miren Eraso (Oiartzun, España), Trepeta

Notas

[1] Sé que esta película no tiene nada que ver con el seminario, pero como hablé de ella en repetidas ocasiones en esos tres días, me permito pensar una agradable coincidencia. Es una película que dura más de cuatro horas. El director jamás debe haber pensado “¿habrá un público para esta película?”. El público se arma, se encuentra, se conoce. Cuando uno propone una experiencia y no un producto, cuando uno pone en circulación formas alternativas de creación y percepción, se genera una escena. Cuando se trata de romper con cierta lógica imperante de consumo extremo y veloz, hay manifestaciones que aparecen como formas de recogimiento. Ofrecer una experiencia de estar sentado cuatro horas, demorar la percepción, es también una forma de acción e interacción. El cine como forma de decir(nos) que no estamos viendo (cuando creemos que vemos).
[2] Nota editorial
[3] El taller “La edición como dispositivo de acción e interacción” es una actividad desarrollada como parte de la residencia de Miren Eraso en El Levante (Octubre 2009), en el marco de la red_de_residencias (http://www.residenciasenred.blogspot.com/).

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