sábado, 23 de junio de 2007

Un escritor, sopaipillas y jardines que seguramente haya visto, que seguramente conozca. Pero también: marcos

Cristian Muñoz


La edición de este documento-revista parte del cuestionamiento de su propia intención de acontecer. Qué agenciamientos configuran su ámbito de circulación y significación. En orden a dar posibles respuestas a esa pregunta, es útil recoger el concepto de articulación que hoy se aprecia sistematizado en la constitución de una escena local de artes visuales. Así, este documento pretende establecer relaciones entre sujetos e infraestructuras, un plus a la hora de producir sentido, método para el cual la existencia de un proyecto de escena local será el territorio apropiado e interrogado por el itinerario de ajustes y descalces que propone esta revista.

A esta revista la conforman el cuándo, el cómo, el con quién y el para quién, del aquí y ahora, que acotan su marco de circulación, su territorio. Con ello se instala la tensión de su recepción (inscripción), el efecto precisamente buscado. En tal sentido, la experiencia (relativa a la historia reciente de la producción visual local) sugiere que para evitar una lectura de revista Plus que caiga en el constreñido marco doméstico (residual-represivo) de una ideología (estética) de tono romántico, es preciso intervenir en los enclaves vivos en los que actualmente se puja la significación de la producción visual.

La irrupción de esta revista se inscribe en una práctica conciente de que explorar alternativas de extrañamiento puede ser sólo cuestión de juego o ensoñación infantil. Eludir a priori o gratuitamente cualquier programa de mediación institucional, presuponer la alternativa de un margen que otorgue plena exterioridad parece ilusorio. Este afán de extrañamiento corre el riesgo de ser sólo un modo de conjurar el temor ante la sorpresa por el descubrimiento de aspectos insoslayables que configuran la total dimensión de lo que hoy se denomina producción artística. Aspectos tales como la construcción y articulación de infraestructuras o la constitución de un ámbito de circulación patentes en por ejemplo: la gestión del proyecto Polo de desarrollo, no pueden ser desconocidos en pos de la tradición de un concepto clásico de producción, vinculado sólo al espacio de la producción de obra.

A propósito de márgenes, este documento-revista ha supuesto la necesidad de constituir-ficcionar, un ámbito de circulación. En una lógica y un orden de contingencia, se ha estimado que las actividades programadas por el Polo de Arte Contemporáneo (para los días 7 y 8 de octubre de 2005) suponen la condensación de una disposición a la recepción de discursos o hablas sobre artes visuales (y también otras clases de enunciados conexos).

El trabajo preliminar a esta escritura, en el cumplimiento de una reflexión en torno a las condiciones y contextos de circulación a los que se habría que recurrir y apelar con esta revista, ha topado continuamente con la imagen memorística y concreta de dos individuos que desarrollan actividades económicas de subsistencia distribuyendo sus productos en los márgenes inmediatos del edificio Pinacoteca. Los domingos un escritor pretende intempestivamente endosar sus productos a los conductores que detienen provisoriamente su marcha junto a la Pinacoteca en la intersección de las calles Edmundo Larenas y Chacabuco. Un poco más allá, dejando por Edmundo Larenas la esquina antes señalada, es común casi todas las tardes, encontrar a una persona que vende sopaipillas.

A esa presentación general puede añadirse la descripción de aspectos que cualifican dichas operaciones. Primero, a las pretensiones de artisticidad del escritor corresponde un mayor constreñimiento temporal del acontecimiento distributivo, es decir, él notoriamente se restringe al día domingo, día de esparcimiento, cultura e idealmente museo. Por lo tanto, su actividad parece mostrar una mayor dependencia respecto de una simbólica cultural reconocible, lo que queda de manifiesto en su proximidad al edificio Pinacoteca. En cambio, el vendedor de sopaipillas concurre habitualmente a la universidad y se dispone en un lugar de tránsito masivo para atender a las cotidianas y efectivas necesidades de alimentación hipercalórica por parte de la joven población universitaria, es decir, su oferta responde a la concreta demanda del apetito siempre presente entre una masa de estudiantes agotados y ateridos.

Volviendo a la situación del escritor, puede decirse que en contraste con la venta de fritos, su campo de operaciones se define por efecto de una cierta ficción propiciada por la sugestión de la significación cultural del contexto, sin mayor arraigo en la estimación concreta del potencial de consumo que dicho campo apareja.

De acuerdo a lo anterior, para avalar las pretensiones de circulación y significación de esta revista, se ha definido un paradigma distributivo constituido por la fusión de las cualidades de las acciones de los dos sujetos antes señalados. La acción de distribución de este documento, en su contingencia, opera en el encuentro y la fusión de la provisionalidad, la eventualidad y la estimación. Es función de su apropiación de la atmósfera y de la infraestructura acotada por la gestión del “Polo”, puede considerarse que revista Plus despliega su instalación mínima asociando la provisionalidad y la eventualidad con el discernimiento de una masa consumidora-interesada objetiva. La masa consumidora provisionalmente dispuesta y eventualmente enfrentada a la constancia de este documento.

La escena local: marco menor proclive a su vez las intervenciones que fragmentan y relativizan sus intenciones de sentido y representación. La permanente apertura a lo menor.

Para hacer referencia a la dinámica de las relaciones entre la producción de obra y márgenes, que ha sido instituida por el trabajo de consolidación de una escena local de artes visuales, se hará referencia a dos propuestas de artes visuales, una inscrita y la otra no inscrita en los programas del proyecto polo de desarrollo del arte contemporáneo, las que mediante su alusión “cuestiones de jardinería” se comprometen en la discusión de la significación de espacios delimitaros y acciones demarcatorias.

Marcos y exceso.

Por una parte, Roberto Espinosa ha registrado fotográficamente en las poblaciones y vecindarios de la hoy comuna de Hualpén, una variedad de antejardines que por décadas se han encargado de expropiar (por la vía de la ornamentación) las aceras. Sitios que la negligencia de la política pública de urbanización atribuyeron como propiedad a las arenas del antiguo lecho del río Biobío sobre las que se encuentran los asentamientos antes señalados. En tales fotografías es posible percibir un ejercicio de jardinería que interviene en terrenos en los que ha estado ausente la mano encargada del ordenamiento paisajístico. Un trabajo emprendido por agentes privados como reparación de la omisión de la política pública y que de esa forma han usurpado material y simbólicamente su terreno y su función. Por ello, la jardinería doméstica extendiéndose hacia la acera pública puede ser interpretada como el exceso que irrumpe en los campos abandonados-abonados por la ausencia del administración pública del espacio colectivo. En las aceras-jardines sería posible interpretar un efecto de desdibujamiento o superposición de los marcos que sostienen la distinción entre lo público y lo privado. Situación que contrasta con los normalizado y bien cuidados espacios de jardines que distinguen al puerto (en parte, en buena parte, militar) de Talcahuano, fenómeno que quizás se corresponda con una máxima compartimentalización de las esferas antes señaladas.

En ese registro también se constata que la relación normalización-demarcación-exceso es una relación proliferante. Junto con destacarse la variedad botánica y gusto asociados a la floricultura comunal, se hace patente que a cada cultivo corresponde una demarcación que se distingue por sus cualidades materiales y de manufactura. Pero, respecto de esta situación de demarcación las imágenes consistentemente muestran la incidencia de un exceso, proliferación vegetativa, que tiende a escapar o rebasar el orden del cultivo, dejando en entredicho la facultad de los límites impuestos por la reja, la malla, la red, la empalizada.

Ahora bien, en lo que respecta a la relación con los márgenes que suscriben esas fotografías en tanto apunte de propuesta, puede decirse ellas presionan la convención de significación de la producción artística visual mediante una referencia objetos y situaciones no incluidos dentro de un relato específico de tradiciones artísticas. Se encarga de lo visual y la cultura asociados a las historias del poblamiento local y lo popular. Queda así inserta una distinción, habla de comuna y vecindario, dentro del sentido del relato pencopolitano de las artes visuales y su maquinaria de circulación proclive a la globalidad.

Margen relativo.

Igualmente, es útil hacer mención al trabajo de Mariela Merino, “Remolinos” que funciona como simulacro de jardinería. Jardinería artificial y transitoria de presupuesto mínimo, constituida con masas de remolinos, cada uno de los cuales fue confeccionado con papel, blanco y rojo, blanco y azul, procedente de la recolección de cajetillas de cierta marca de cigarrillos.

Este trabajo, connota las cualidades de su emplazamiento. Concretamente, “jardín de remolinos” fue instalado en un sitio baldío cuyas relaciones espaciales refieren contundentemente a la remodelación urbana y a su propensión a la movilización-circulación económica: los flancos mayores de ese eriazo corren paralelos al río Biobío (y su estrenada visibilidad) y las nuevas rutas de tránsito automovilístico; así mismo, por un extremo colinda con un parque público y por el otro con una bien cuidada área verde compuesta de prado y flores.

El jardín o los jardines de Mariela Merino hacen patente la existencia de una zona que podría considerarse como abandonada, no obstante puede decirse que aquel sitio exhibe por contraste su esterilidad. La extensión del urbanismo y la política pública constituye la condición de visibilidad de aquel lugar ya que ellas proveen una serie de materializaciones entre las cuales el eriazo se despliega mostrando su llana particularidad. Es decir, aquel eriazo supone una exterioridad o diferencia relativa ya que se abre como margen implícito dentro de una política publica, como zona disponible de sentido, dentro y respecto de una serie de elementos dotados de visibilidad, distinción y significación.

Las acciones y sus lugares de emplazamiento involucrados en los trabajos antes comentados, dejan constancia del vínculo complejo entre ellas y las políticas e infraestructuras que inobjetablemente tienen por marco. Marcos menores construidos, distintivos, en los terrenos de la política pública, y otro marco menor insinuado como grieta disponible entre la infraestructura emergente del reordenamiento urbano.

Lo antes expuesto pueden servir para respaldar la hipótesis de que en el último tiempo, particularmente a raíz del modelo de gestión que ha sido asociado a la producción visual, se ha hecho visible la mediación entre producción visual y recepción, por parte de múltiples marcos institucionales y de infraestructura..

Por lo tanto, reconociendo la incidencia de esa constante trama entre producción de obra y marco, como asunto que engruesa la dimensión autorreflexiva de la producción contemporánea de artes visuales, se torna indispensable para este texto arriesgar una definición. Un marco de circulación-significación está dado por una serie heterogénea por elementos materiales y simbólicos, que ofrecen tanto garantías como determinaciones para que las producciones culturales se conviertan en objeto de experiencia y de significación. En definitiva, los marcos y la circulación en ellos (puesta en escena) son la instancia en que la obra se juega pasiva o activamente su sentido.

Luego, al hacerse evidente la existencia de tales marcos de infraestructura resulta alentada una actitud de posicionamiento activo respecto a sus delimitaciones, como forma de desplazar aquellos límites de otorgamiento de sentido o procurar la sincronización entre el estado de la producción de obra y la configuración institucional. Todas acciones que en último término contribuyen a desesencializar la comprensión de los procesos asociados a la producción de la representación y el sentido de y en la escena local de artes visuales.

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