domingo, 25 de mayo de 2008

Animita: producción editorial

por Cristian Muñoz

El presente texto (Animita: producción editorial) corresponde a una reelaboración de un trabajo anteriormente presentado en este mismo blog (Acción desde el fondo). Pese a las redundancias explícitas, la reelaboración y presentación del texto en su forma actual responde a la necesidad de colocar el conjunto de proposiciones anteriormente desarrolladas en relación con un caso particular. Dentro del conjunto de ensayos en el que se sitúa ahora el texto, referido al proyecto Animita, pretende servir para graficar aspectos -particulares dimensiones, como la del intercambio y la colaboración- asociados a la circulación y el flujo de propuestas y del conocimiento artístico.

Animita es un proyecto editorial que ha promovido el desarrollo de propuestas que han debido resolverse según las condiciones de un formato tipo periódico, el que además ofrece particulares condiciones de distribución y recepción. El esquema publicación ha insertado una mediación, una reorientación contingente, en el cause habitual de la práctica de una serie de productores visuales. Ello ha dado lugar a una serie de desplazamientos fruto de la intervención consensuada del trabajo de edición y de las posibilidades ampliadas de circulación y distribución propias del formato. Como espacio de interrelación del trabajo editorial y diversas propuesta visuales, proyecto Animita ha dado origen a diversas publicaciones en las cuales la práctica artística ingresa en un terreno donde muy productivamente se pierden identidades y categorías propias de la práctica artística convencional. Así, una autoría en cierto sentido compartida; la renuncia al concepto de obra original; el abandono de la distribución específica y espacializada, con sus correspondientes efectos sobre la recepción, pueden ser considerados como los atributos críticos puestos en juego a través del desarrollo de la publicación.

Ahora bien, para corresponder cabalmente al enunciado de la facultad crítica de esta publicación, no se puede soslayar el necesario intento de apreciar la versatilidad del proyecto en relación a las determinaciones de los marcos institucionales y de financiamiento de los que hasta el momento ha dependido su existencia. En tal sentido, se debe reconocer que buena parte de las publicaciones que ha dado como resultado este proyecto editorial han sido objeto de financiamiento público obtenido a través del concurso al Fondo Nacional de la Cultura.

Dado que, como señalan diversos análisis, el financiamiento público marca las posibilidades de existencia de la producción artística, puede parecer paradojal hablar de potencia crítica, particularmente cuando podría colocar como fondo de contraste las formas de autogestión que hoy se plantean en términos de autonomía.

Entonces cabría decir que aun cuando el sistema de financiamiento público hace parte habitual de la experiencia de los productores culturales en nuestro medio, así como también particularmente del proyecto Animita, no por ello se encuentra plenamente naturalizado. Luego bien difundidas observaciones hacen notar que dicho sistema, conducido en la lógica de los proyectos, por una parte ha supuesto el surgimiento de un grupo especializado en la profesión de formularlos. Asimismo, otros exámenes indican que la financiación contingente de propuestas da curso al proceso de des-institucionalización y su característica carencia de políticas que pudieran decantar en cierta forma de acervo cultural y artístico. Y por último, pero no menos importante, se ha reunido suficiente evidencia para acreditar que el financiamiento público actúa como principal inhibidor de la capacidad autogestiva y auto-organizativa vinculada a la emergencia de iniciativas artísticas.

Si bien el proyecto Animita se ve enlazado a la modalidad de los proyectos, los formularios y la gestión que el financiamiento público instala, igualmente la publicación intenta posicionarse activa y críticamente frente a la extraña persistencia, en los mismos órganos administrativos, de una comprensión muy limitada del trabajo artístico, la que al privilegiar la acepción de creación frena las condiciones de innovación que pudieran suponer los lineamientos administrativos antes indicados. Así, el proyecto evita la noción de creación, que resulta rápidamente identificada con la práctica individual, pues ella en definitiva invisibiliza la gestión participativa y mancomunada de la que depende su existencia, así como también de otras múltiples iniciativas artísticas y las propuestas puntuales que ellas sostienen.

Por ello, Animita se identifica como producción en tanto reconoce que la noción de creación y creador que subiste al interior del remozado sistema administrativo ha propiciado el encubrimiento de la cualidad productiva específica de la práctica cultural, la que podría ser caracterizada por la reunión e integración diversas facultades, esfuerzo y trabajos para asegurar la emergencia de aquella potencia renovadora con la cual valga aun caracterizarla.

Buena parte de los arraigos e invisibilidades mencionados han permitido que la gestión pública de cultura se erija como paradigma del funcionamiento eficiente, ya que entre trabajos que no se asumen ni valoran como tales, y esfuerzos y colaboraciones que no son visibilizados ni cuantificados, el financiamiento público realiza una proporción entre gasto y productividad que sigue al pié de la letra y extrema la máxima neoliberal en lo que a eficiencia en el manejo económico respecta.

Como se indicaba anteriormente, edición Animita no se desprende del financiamiento público, hace uso de la gestión que ella exige y también reclama un vínculo con la producción, sin embargo claramente se implica en ese orden de cosas para procurar que algo de su operación pueda ser tenido a la cuenta del incentivo a una concepción de la práctica artística más cercana a las situaciones de interdependencia e interacción que hoy podemos identificar como parte fundamental de la práctica artística y la producción cultural más claramente enfocada al logro de su autonomía y autovaloración.

De forma cada vez más explícita el proyecto Animita ha intentado, en todos los momentos de su desarrollo, constituir una plataforma asociativa, que cumpla con poner en contacto agentes, experiencias y saberes, para precisamente forzar la emergencia de nuevos territorios de acción y de experiencia –para validar, mejor dicho, autovalorar su actividad.

Así se abre una brecha en la tendencia de los proyectos seleccionados por el financiamiento público, al renunciar al discurso de la creación que insiste en la especificidad del trabajo artístico, al validarse como una producción, pues logra así dar explícita cuenta del espectro múltiple de esfuerzos que éste hoy comprende.

Animita se muestra como resultante de la integración de diversas formas de trabajo, dedicada además a ampliar los horizontes del mismo asimilando facultades, hoy comprometidas en la generalidad de la producción, que son dedicadas a la resolución de la gestión, la comunicación y la interdependencia que suscitan y demandan los proyectos.

Pero evidentemente no ha sido cosa de simplemente sumergirse en el orden corriente de la producción para así dirigir la artillería sobre las producciones artísticas que se reclaman de un origen, trabajo, de carácter extraordinario. Más puntualmente, se trata de la experiencia ambivalente de una inmersión en las formas contemporáneas de la producción y el trabajo, para desde allí intentar contribuir a poner en valor una concepción más interactiva y colaborativa de la producción y la práctica artística.

En el caso de animita la designación producción sirve para poner de manifiesto una gestión mancomunada y participativa, que sintoniza con un trasfondo u orden de cosas dado, sobre el que se ha buscado realizar la transformación de las facultades que reclama la producción contemporánea, dedicadas a la colaboración y la coordinación, en condiciones de la realización de una forma de esfera pública que integran variados colaboradores. Del mismo modo, el trabajo de coordinación y en coordinación que capitaliza de forma diferencial la muy generalizada noción de gestión pretende aglutinar potenciales para permanente renovación de los márgenes de la práctica artística, mostrando así que la actuación coordinada muestra un carácter constituyente, ya que la articulación contingente representa la emergencia de una política que salva y excede la muy comentada carencia de un lineamiento público en el ámbito de la cultura.

La publicación numero once de Animita encarna la más alta exigencia a su propuesta, pues ha involucrado la integración al equipo editorial de 2 nuevos agentes, la implicación de una docena de artistas de diversa procedencia, y una mecánica de distribución y circulación que no se desprende de la finalidad de explotar las alternativas de intercambio y confrontación. El comité editorial de Animita no pretende haber dado la más plena y cabal respuesta a las posibilidades abiertas por el enorme potencial involucrado por la trama relacional que ha visto emerger, sin embargo, producto de esta experiencia se entrevé y sopesa de forma contundente las exigencias y posibilidades que se presentan al intento de constituir una propuesta sobre la base de una conjunto dinámico que multiplica su diversidad por medio de la mezcla y el encuentro.

Motivo indudable de satisfacción lo constituye el haber conseguido la adhesión de tan importante número de productores visuales. La intensa colaboración registrada ha certificado la coincidencia entre la disposición actual de los productores visuales, favorable a experiencias que exceden los márgenes convencionales de la práctica individual, y la facultad general de las iniciativas de artistas, de la producción artística, para afianzar lugares desde la atracción y la implicación entre agentes.

Los factores antes señalados tienen además la propiedad de poner claramente en entredicho cualquier categorización o jerarquía de los lugares de acuerdo a una inherente capacidad de centralizar los flujos. En tal sentido Animita fructíferamente excede las limitaciones que pudieran circunscribir el plano del despegue y el despliegue de la producción visual y amarrar los marcos de la producción y la recepción de la producción artística visual, que tiene su relativo origen en una provincia.

Por último, podríamos sintetizar que el atributo fundamental de una iniciativa como animita corresponde a su capacidad de hacer emerger y poner en valor, en todas las dimensiones que le constituyen, momentos de atracción, interdependencia, asociatividad e interacción en los cuales cabe depositar la expectativa de encontrar las condiciones para ejercitar la expansión de los límites de la práctica artística e igualmente producir el devenir de la identidad, institución y sentido, de lo artístico. En definitiva, proyecto Animita se encuentra animado a producir un medio, un medio de circulación, como experiencia en la cual la concreción de una obra y el logro de su visibilidad no son independientes de la constitución, densificación y productivización de una trama relacional.

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